La postboda de Sonia y Ricar la realizamos en otoño, a mediados del mes de noviembre, en Zamora, en el lago de Sanabria.
Era uno de esos días del otoño zamorano, cerca del comienzo del invierno, en los que después de unos días de niebla amanece soleado y lo que más te apetece es salir a disfrutar de la naturaleza.
Y así fue casi todo el camino, porque cuando estábamos a unos 40 km de Puebla de Sanabria comenzó a bajarse la niebla, y ya no volvimos a ver el Sol en todo el día.
Pero para la realización de la postboda era un día perfecto pues esta niebla junto con los colores del otoño, esos amarillos, naranjas, etc, las hojas caídas y las que están a punto de caer, le daban un toque especial casi mágico a las fotos.
A esto había que añadir la tranquilidad de las aguas del lago de Sanabria, ya que ese día no hacía nada de viento y esto hacía que el agua fuera como un espejo.
En un principio teníamos miedo a que Sonia pasase frío, pero al no moverse el aire no fue así y pudimos realizar la sesión con toda la tranquilidad del mundo, paseando por las playas y los bosques que las rodean, y disfrutando del fantástico día que el otoño nos había regalado.
Al finalizar el reportaje, tras cambiarse, y antes de iniciar el viaje de vuelta para Zamora, hicimos una parada en Puebla de Sanabria, y allí Sonia y Ricar me llevaron a un pequeño bar restaurante donde hacen unas cachuelas de muerte, vamos que si no son las mejores que he comido nunca, tienen que estar muy cerca. Es más, tengo que confesaros que mientras estaba buscando las fotos para este post, mi mente estaba saboreando esas cachuelas jeje.
